0. Resumen

Este plano es un resumen de todo lo relacionado con la tipología de "casa palacio" muy mencionada en la literatura sevillana.

























A continuación expondremos con detalle todo el análisis de la tipología de la "casa palacio", y nos centraremos especialmente en la actual Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, recientemente reformada por Cruz y Ortiz.

1. Contexto Arquitectónico

 1. 1. SEVILLA EN EL SIGLO XVIII
Configurada ya en siglos anteriores la estructura urbana y social de Sevilla, el nuevo siglo no supondrá para ella un cambio radical, pero sí será testigo de un proceso de transformación que confiere al siglo XVIII unos perfiles característicos muy definidos. Es este un siglo de transición y de crisis. Asistimos en él al final de un mundo que se resiste a concluir su ciclo histórico, frente a las nuevas tendencias. Es todavía el mundo de los estamentos sociales diferenciados, de la grandeza colonial, de la industria artesana, pero también es la época de la superación artística del barroco, de la exaltación del trabajo, de las reformas económicas y culturales impuestas desde el poder (todo por el pueblo, pero sin el pueblo). El siglo del acercamiento de Sevilla a Europa, el siglo de la Ilustración. Fue denominado así por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón. El siglo XVIII es conocido, por este motivo, como el Siglo de las Luces. Esta nueva corriente ilustrada trae consigo la idea de renovación social, cultural y económica para tener un horizonte de progreso. Este ideal encontró obstáculos en España, sobre todo por parte de las clases nobles, y fue interrumpido en 1808.
En España, este movimiento toma fuerza con la llegada de los Borbones. Los Borbones españoles del siglo XVIII; Felipe V (1700-1724 y 1724-1746), Luis I (1724), Fernando VI (1746-1759), Carlos III (1759-1788) y Carlos IV (1788-1808), llevaron a cabo una política de profundas reformas en todos los campos con la intención de colocar a España en un lugar destacado entre las potencias europeas. Felipe V fue ayudado primero por consejeros franceses, relevados pronto por españoles pertenecientes a la primera generación de ilustrados. En Sevilla se van a producir grandes avances científicos, sobretodo en el campo de la medicina. También en este ámbito cultural van a adquirir una gran importancia social instituciones como la “Real Sociedad Filosófica y Medicinal de Sevilla”. Estos avances y el deseo de acercarlos al pueblo permitían poner la ciencia al alcance del público con exposiciones en las calles.
Como reflejo de los ideales intelectuales y sociales de la corriente ilustrada, Fernando VI va a construir la primera biblioteca pública y la Academia de Bellas Artes. A pesar de su decadencia, la capital del Reino sevillano conservaba una aureola de señorío y prestigio comercial. El ocaso, que había comenzado para esta brillante ciudad con la terrible peste de 1649, no hizo más que aumentar con los años, al ser trasladado a Cádiz el monopolio del Comercio de Indias. A pesar de todo, el Ayuntamiento sevillano mantuvo durante el s. XVIII su tradicional estructura, oponiéndose a las novedades ilustradas.

Sevilla, como ciudad perteneciente a la corona, era gobernada desde tiempos de los Reyes Católicos por un Asistente con amplias facultades. Este cargo fue ocupado por prestigiosas figuras de la nobleza. Destacamos la figura de Don Ramón de Larumbe, predecesor de Pablo de Olavide. Durante su mandato tuvieron lugar acontecimientos de enorme trascendencia como la expulsión de los jesuitas y la restauración de las representaciones teatrales.

Pablo de Olavide. Extraido de “Sevilla de las Luces”.
Carlos III nombra asistente de Sevilla a Olavide el 3 de septiembre de 1767. Este va a ser un personaje muy importante en la historia de Sevilla. Pablo de Olavide había llegado a Cádiz en 1752 procedente de Lima, en pocos meses consigue ganarse la confianza de la nobleza gaditana que le va a abrir las puertas de la Corte. En octubre llega a Sevilla. Los años que median entre su llegada a España y su viaje a Sevilla hacen de él uno de los personajes más influyentes de la Corte, con un gran prestigio intelectual y social, se convierte en cabeza del nuevo movimiento ilustrado. Supo con suma facilidad ganarse la confianza de los gobernantes por sus conocidas dotes organizadoras y sus ideas progresistas, aprendidas en el mismo corazón de Europa. Olavide es el alma de la Ilustración entre 1767 y 1775. Reorganiza la vida municipal con la división de la ciudad en cuarteles. Sevilla se reparte en cinco, uno correspondiente al arrabal de Triana y los otros cuatro del casco antiguo de la ciudad. Para el gobierno de estas divisiones de la ciudad se crea la figura de los Alcaldes Mayores, elegidos mediante un sistema de elecciones democráticas que no tuvo buena acogida por parte de los estamentos tradicionales, especialmente los nobiliarios.

A partir de estas divisiones se obliga numerar todas las casas, iglesias y conventos. Podemos decir que Olavide fue un precursor de la ideas de urbanismo y ordenación en Sevilla. Además de esta ordenación, destacan el embellecimiento de las orillas del río, la modernización del Paseo de las Delicias, reforma universitaria y reuniones intelectuales.

Un hecho importante y un gran avance que promueve la Ilustración en Sevilla es la construcción de la Fábrica de Tabacos (proyecto inicial en 1725 e inauguración en 1760) calificado como “el más noble edificio industrial de Europa”, este avance supuso un gran cambio en la ciudad que empieza a tomar imagen de ciudad industrial a causa de la modernización y la creación de nuevos puestos de trabajo, pero la configuración del casco antiguo de Sevilla supuso un problema frente al crecimiento industrial debido a la estrechez de las calles y viarios defectuosos. Esta industrialización y modernización se ve frenada a final de siglo con una nueva quiebra.

Durante el S.XVIII, Sevilla tuvo que hacer frente a tres desastres naturales de gran impacto para el urbanismo sevillano. El primero fue el periódico desbordamiento del río. Las más graves inundaciones tuvieron lugar en los años 1708, 1758, 1784 y 1796. Esto afectó sobre todo a las viviendas más cercanas al río, generalmente, viviendas humildes. El segundo enemigo es que Sevilla siempre estuvo mal preparada contra los incendios, destacamos los de 1707, 1717, 1739, 1759, 1761, 1772 y 1792, pero lo peor sin duda fue el terremoto de Lisboa en 1755. En Sevilla quedaron en ruinas más de trescientas casas y otras cinco mil con necesidad de ser reparadas. Además, se vieron afectados edificios como el Alcázar y la Catedral. Más de la sexta parte del suelo urbano quedó convertido en solares y casas ruinosas.

Plano de Olavide de 1771.
Plano Olavide plasmado en plano actual.



















Sevilla, que llegó a ser la ciudad más poblada de España en el s. XVI con 121.505, vio decrecer su población en el s. XVII a 65.000 habitantes. En 1705 el censo nos da una cifra de 85.000 habitantes, esta cifra va a bajar en 1709 debido a una epidemia. De lo que no cabe duda es de la excesiva densidad de la población sevillana con la existencia de numerosos corrales de vecinos.

La segunda mitad del s. XVIII significó para Sevilla un aumento demográfico lento. En 1747 se calcula un total de 65.000 habitantes. Sobre 1778 se calcula un total de 76.463 habitantes. En el 1800 comenzó a aparecer en el barrio de Triana una epidemia de fiebre amarilla que bajaría la cifra de habitantes a unos 71.000 habitantes. A partir de aquí se va a producir un crecimiento continuo que nos lleva a una cantidad de 150.000 habitantes al principio del s. XX.

La estructura viaria y localización de las principales edificaciones hispalenses queda indicada por primera vez en el plano que se dibuja en 1771 por encargo del Asistente Olavide. Viendo este documento podemos comprobar el trazado medieval que todavía en el siglo XVIII presenta la capital sevillana. Lo que más llama la atención es el perfil de su contorno, ya que en 1771 Sevilla es todavía (y lo será hasta bien entrado el s. XIX) una ciudad completamente amurallada. (ver plano de Olavide).

El mayor problema para la ciudad era el río, que cada invierno se desbordaba, trayendo tragedias a los barrios de la ciudad más próximos a él. Se van a adoptar una serie de medidas como el atrancamiento de sus puertas linderas con el río.

A la otra orilla encontramos Triana, en la que destacamos el convento de Nuestra Señora de los Remedios y un solo edificio civil, el castillo de San Jorge, sede de la Inquisición Sevillana hasta 1782 que fue concedido a la ciudad. A sus pies se hallaba el Puente de barcas, único enlace entre la ciudad y Triana.

 
Actas posteriores al terremoto.







Las murallas de Sevilla, conservadas aún intactas en el s. XVIII, eran de etapa almohade. En el interior había conocido la ciudad otros dos recintos amurallados, los Reales Alcázares al sur y el barrio de la judería al este. La muralla se hallaba flanqueada por un total de 100 torres. Su trazado sinuoso se justifica por su finalidad defensiva. En su largo recorrido, la muralla presentaba quince vanos, dos postigos y trece puertas. Los dos postigos, del Carbón y del Aceite, flanqueaban las edificaciones de las antiguas atarazanas y tomaron sus nombres por estar cerca del peso del carbón y de los almacenes de aceite. Las puertas debían sus nombres a varios motivos. Las de Jerez, Triana, Córdoba y Carmona, de los diferentes lugares a los que conducían. La del Arenal, que abría sus hojas a la planicie formada entre el río y la muralla. La de San Juan, llamada en otro tiempo del Ingenio, era salida del barrio de su nombre, así como la de la Macarena. La puerta Real recibía tal nombre desde que Felipe II entró por ella en la ciudad. La de la Barqueta tomo su nombre de la barca que servía de pasaje del río.

La puerta del Sol era llamada así por el astro rey. La del Osario, por salir al antiguo cementerio árabe, la de la Carne, por la cercanía con el matadero municipal (antiguamente también fue llamada de la Judería). La puerta Nueva por estar al final de la calle del mismo nombre (hoy San Fernando).(ver plano de abastecimientos)

Respecto a la edificación, se van a producir una serie de reformas y nuevas construcciones de edificios religiosos y civiles. Durante este siglo la catedral experimentó algunas modificaciones que supusieron mejora y embellecimiento del recinto. Alrededor de la catedral se realizan varios derribos de casas que van a convertir el espacio para uso público. En el interior del casco urbano se construyeron una serie de edificios, sobretodo de carácter religioso, lo que produjo una sacralización de la vida pública. Pero las grandes construcciones de la época, que son las que dan carácter de grandiosidad a la ciudad, tuvieron que ser levantas fuera de las murallas. Destacan el palacio de San Telmo y la Real Fábrica de Tabacos (1728-1771). Destaca también la construcción de la plaza de toros (1760). Además, la instalación en Sevilla de un mando militar hizo necesario la construcción de cuarteles.

La vivienda experimenta más cambios que la red viaria. Ya a comienzos del s.XVI se había abandonado la construcción árabe y se empezaron a incluir decoraciones en las fachadas de las viviendas. Se produce una yuxtaposición de estilos ya que no había una normativa urbanística. El terremoto de 1755 podía haber logrado que se hiciese una reconstrucción, pero la reconstrucción de muchas casas no se aprovechó para reconstruir las alineaciones de las calles.

El centro comercial de la ciudad estaba, como antaño, repartido entre las Gradas y la calle Génova. La Plaza del Salvador era destinada al mercado de frutas, verduras y hortalizas; la del Pan, para el artículo cuyo nombre indica; la de la Costanilla, para la venta del pescado, y la de la Alfalfa, para la venta de aves y caza.

También se realizan intervenciones en los espacios públicos; se instalan fuentes en varias plazas, se reforma la Alameda (construida en 1574) y se empiezan a crear plazas y espacios públicos delante de las iglesias (Plaza del Duque). Ante la escasez de este espacio libre, se crea el Paseo de las Delicias. Como remate de las obras públicas hay que hacer mención de las nuevas carreteras de entrada y salida de la ciudad a partir de 1777. A partir de 1772, con el fin de mejorar la higiene, intentar la prevención de epidemias y mejorar la limpieza de la ciudad se establecen unos impuestos de limpieza Se hicieron también mejoras en el suministro de agua y en el alumbrado público.

Archivo General de Simancas. Extraido de 
“Sevilla de las Luces”.Ayuntamiento de Sevilla.

Plano de la ubicación definitiva de las Nuevas 
Fábricas de tabacos de Sevilla, junto a la
Puerta de Jerez, entre San Telmo y San Diego.












 
















1.2. EL BARRIO DE SAN BARTOLOME EN EL S.XVIII Y EN LA ACTUALIDAD
Justificación del emplazamiento de las casas palacio
En la zona sur del casco norte queda la zona noble, alrededor de los alcázares y la catedral, mientras el casco norte sigue dividida en dos por una zona pantanosa, la alameda de Hércules. La mayor densidad de población corresponde a la zona más antigua: El Salvador, Santa Cruz, San Isidoro y San Bartolomé (barrios constituidos por pequeñas manzanas y calles estrechas). Al oeste, en los barrios de la Magdalena, San Vicente, y San Lorenzo, sobre un terreno sin ocupar, empiezan a construirse anchas vías rectas. En la zona este predomina la baja densidad, zona destinada a funciones monásticas y palacios.

En esta zona al este de la ciudad se van a construir un gran número de casas palacio, con el característico esquema de patio central. Se va a elegir esta zona debido a su situación privilegiadamente aislada del área de desbordamiento del río, lejos de los principales focos de infecciones y epidemias, y también por su proximidad con una de las entradas más importantes de agua en la ciudad, la Puerta de Carmona y también la Puerta de la Carne. El barrio antiguamente era el barrio de la Judería pero actualmente, debido a los cambios, ensanches, desaparición de la muralla, etc, este barrio a cambiado un poco su configuración aunque se siguen manteniendo muchos trazados de calles estrechas. Actualmente es el barrio de San Bartolomé.

Barrio de la Judería en Plano de Olavide 1771.


Barrio de la Judería en Ortofoto actual.



















 EJE CRONOLÓGICO
1700- Sevilla aclama como rey a Felipe V
1701- Protección real a la Real Sociedad Médica
1707- Incendio del convento de la Victoria
1708- Inundación de la ciudad
1709- Mueren 13.000 sevillanos por la peste
1716- Incendio del convento de San Francisco
1728- Se elige emplazamiento para fábrica de Tabacos
1739- Incendio de varias casas
1740- Inundación
1755- Terremoto de Lisboa
1758- Inundación
1765- Inauguración de escuelas públicas
1767- Expulsión de los jesuitas. Mejoras de Olavide para la limpieza.
1770- División de Sevilla en cinco cuarteles
1772- Incendio
1783- Inundación
1784- Construcción del malecón del Arenal
1786- Inundación, epidemia. Embellecimiento del borde del río
1796- Inundación
1800- Epidemia de fiebre amarilla



 En la imagen podemos ver los principales focos de actividad de la ciudad de Sevilla en elsiglo XVIII.

En azul están representados los focos de actividad que por sus características propias se situaron a extramuros. Se reconocen zonas con una mayor actividad como el núcleo formado por la Real Casa de la Moneda y la Real Fábrica de Tabacos en el sur. En las orillas del Guadalquivir se situaron edificaciones relevantes de gran importancia para la economía sevillana como Las Atarazanas o La Plaza de Toros y hacia el norte encontramos El Hospital de las Cinco Llagas y El Monasterio de la Cartuja.

Dentro de las murallas las zonas con mayor actividad se localizan en el entorno de la Catedral en el sur, La Campana y Santa Catalina en el límite entre el casco norte y el sur y por último la Alameda de Hércules en el norte.




En la imagen se representan las principales vías de abastecimiento que tenía Sevilla en el siglo XVIII.

En naranja se indican las puertas que se utilizaban para el tránsito de personas que entraban y salían de la ciudad. La Puerta de Córdoba, La Puerta de Triana y la Puerta de Jerez fueron las principales vías de acceso a la ciudad.

En azul se representan las principales vías de abastecimiento de alimentos y productos que tenía la ciudad de Sevilla. Las más importantes fueron la Puerta de la Carne, la Puerta de Carmona(abastecimiento de agua) o la Puerta del Arenal(productos que llegaban por el Guadalquivir).

Por último en verde se representa la Puerta de la Basura, por la cual salía gran parte de los residuos de la ciudad.




En el siguiente gráfico se representa las zonas que quedaban anegadas por el agua durante las crecidas anuales del río Guadalquivir.

Se puede observar que la zona del Arenal y las proximidades de la Calle Betis se inundaban con facilidad por encontrarse a las orillas del Guadalquivir.

Triana sufría los efectos de las crecidas, pero era el Casco Norte el que se veía más afectado por las inundaciones ya que al derribar las murallas y sin olvidarnos que la Alameda de Hercules es un brazo muerto del río Guadalquivir, el agua inundaba toda la zona oeste del Casco Norte.







En esta cartografía se han representado los principales focos de infección de la ciudad de Sevilla. El Guadalquivir era una de las principales vías de transmisión de enfermedades, por lo tanto las zonas del Arenal y Triana debido a su proximidad al puerto fueron ámbitos donde se facilitaba la propagación de enfermedades.

El Casco Norte supuso siempre un importante foco de infección en Sevilla debido a la disgregación de las construcciones y por el aglutinamiento de población que vivían con unas pésimas condiciones higiénicas.

El Hospital de las Cinco Llagas también supuso un foco de infección importante al atenderse allí a todos los enfermos de la ciudad, es por este hecho por el cual el hospital se situó a extramuros y algo apartado de la población.






1. 3.CONTEXTO ARQUITECTÓNICO
Barroco Sevillano
Fachada del Palacio Arzobispal de Sevilla, claro ejemplo del barroco sevillano. Extraído de www.wikiloc.com

San Luis de los Franceses.
La situación en la que se sumerge la Sevilla del XVII y XVIII desembocó en una fuerte religiosidad, que fue el principal motor del barroco en la ciudad, la principal tendencia arquitectónica dentro de este contexto. Esta atmósfera religiosa sevillana consolida el modelo de ciudad-santuario o ciudad conventual. Nos encontramos ante una Sevilla menos tumultuosa. Ahora la ciudad se va a caracterizar por la miseria, mendigos y hospitales. El estamento eclesiástico, más que mantener su poder y riquezas, lo aumenta. Llegarán a existir un total de 6 monasterios, 36 conventos de frailes y clérigos regulares y 28 de monjas además de las 29 parroquias. El siglo XVII es la centuria de las procesiones, de las rogativas y de las hermandades de penitencia.


En el siglo XVIII se dio una dualidad de estilos, aunque las cesuras no siempre están claras. Por un lado estuvo la línea del barroco tradicional, castizo o mudéjar cultivada por los arquitectos autóctonos y, por otro, un barroco mucho más europeo, traído por arquitectos foráneos a iniciativa de la monarquía, que implanta un gusto francés e italiano en la Corte.La arquitectura barroca en Sevilla se caracteriza por ser multifacética, ya que admite peculiaridades y variantes. Buena parte de sus posibilidades se experimentaban en los espacios subsidiarios. Además, la arquitectura barroca de muchos edificios religiosos de la ciudad va a estar presidida por el gusto de la desornamentación y la sobriedad, en los que impera un estilo mesurado y casi clásico.

La febril religiosidad marcó sin duda alguna las realizaciones artísticas de estos años. Clara manifestación de ello es el gran desarrollo de la imaginería, o el que grandes maestros de la pintura fueran absorbidos por los encargos eclesiásticos, caso de Murillo, Zurbarán o Valdés Leal. Uno de los arquitectos más importantes del barroco sevillano fue Leonardo de Figueroa, cuyas obras más representativas son el Hospital de los Venerables, la iglesia de El Salvador y la iglesia de San Luís, ejemplos por antonomasia de la espacialidad del barroco, donde se tramitan efectos de luces y se produce una materialización de la desmesura.

Interior de la Capilla de San José.
 Pero el barroco sevillano no se agota ahí, ni mucho menos. Están también la pequeña capillita de San José, que sirvió al gremio de carpinteros, o la iglesia de Santa María la Blanca, antigua sinagoga, reedificada por completo desde mediados de siglo, con esas columnas de mármol rojo tan llamativas. Todo ello sin que podamos olvidarnos de muchos interiores de las clausuras sevillanas, tan hermosos como desconocidos. Las ferias, los toros, las procesiones y otras fiestas religiosas fueron motivos que se vieron muy vinculados al arte barroco sevillano en general. La decoración, por ejemplo, de edificios barrocos mediante retablos hizo que arquitectura, escultura y pintura creasen una armonía acorde a todas esas tradiciones que daban vida a la ciudad.


Parroquia del Divino Salvador.
El barroco del siglo XVIII en Sevilla se caracterizó por ser fecundo, produciendo un fuerte contraste con el del XVII. La identificación de la etapa rococó con los intentos de renovación (agraria, reapertura de teatros, pedagógica, etc.) no es desacertada, pero una sociedad cerrada como la Sevilla del XVIII difícilmente podía modificar su estructura. Este barroco perduró hasta finales del XVIII. Sin embargo, cabe destacar que a diferencia de otras ciudades como Madrid, Sevilla apenas contó con una arquitectura neoclásica consolidada y sin lograr un verdadero arraigo.Para finalizar, como conclusión, Sevilla demuestra históricamente a finales del siglo XVIII la dificultad de sustituir un orden establecido cuando no existen condiciones necesarias para el cambio.


Juan de Villanueva, arquitecto español.
1.4. LA FIGURA DEL ARQUITECTO EN EL SIGLO XVIII
Maestros de obra, alarifes y el arquitecto ilustrado.
Tradicionalmente en Sevilla, el gremio de albañilería, formado por maestros de obras, era quién decidía sobre la competencia para el ejercicio de la profesión de arquitecto y gozaba igualmente del dominio sobre aspectos fundamentales de la arquitectura doméstica en la ciudad. Sus alarifes, cargos ejecutivos del gremio, eran los encargados de inspeccionar y dar su aprobación a las medidas y diseño de los nuevos edificios que se construían en la ciudad.

Los alarifes cuidaban de que se cumplieran normas ornato urbano, como por ejemplo las dimensiones del vuelo de cornisas o portadas de las viviendas, así como la transformaciones urbanas de la ciudad.

La figura del alarife se centraría en establecer normas de seguridad y respeto al común, de modo que seguía existiendo un amplio margen para la libertad de los maestros de obras en la creación y el diseño arquitectónico.

En cualquier caso, debemos hablar, al menos para el siglo que nos ocupa, de una arquitectura de diseño y autor que evita encuadrar sus realizaciones bajo el término de arquitectura popular.

Los cambios que se producen en la política ciudadana en el último tercio del siglo tendrán sus repercusiones sobre la arquitectura doméstica que se desarrolla en la ciudad. Con la llegada de la Ilustración se fundarán las “Reales Academias”, más concretamente la creación de la Real Academia de San Fernando en Madrid , este hecho sumado a la divulgación de leyes para promover el control del diseño arquitectónico y de la formación profesional hicieron que la figura del arquitecto, que hasta entonces se encontraba coaccionado por la presencia de los alarifes, se reforzase.

En 1779, en Sevilla, se decidió adoptar una serie de normativas promovidas por la corporación municipal y la Real Academia que significaría el alejamiento definitivo sobre cualquier responsabilidad del gremio de albañilería, y no de los alarifes, en el diseño de la arquitectura. Las decisiones del cabildo manifestaron una visión global de los problemas de la ciudad y una intención de llevar a cabo reformas políticas y estéticas de acuerdo con el pensamiento ilustrado.

Las implicaciones de estas decisiones del cabildo en el campo de la arquitectura doméstica son profundas, ya que se reconoce por el municipio que “esta clase de policía(alarifes) no había sido mirada con el cuidado y esmero que exigía” con el resultado de “no establezerse la decoración del aspecto público”. Estas declaraciones del cabildo reafirman la importrancia que el espacio público tuvo para el pensamiento ilustrado.

Sin embargo, y a diferencia de lo que sucede en Madrid, en Sevilla se mantiene la presencia de los alarifes del gremio como parte de este acto de las medidas, de modo que hubo una intención de dar competencias a la figura profesional e ilustrada del arquitecto pero a la vez se dispersa la facultad del control sobre el diseño de la arquitectura doméstica debido a la presencia de los alarifes.

2. La vivienda sevillana del siglo XVIII

2.1. INTRODUCCIÓN
Durante el siglo XVIII se produjeron en Sevilla una serie de acontecimientos que supusieron un importante replanteo de la arquitectura de la ciudad. Uno de los hechos más importantes fue la ruina que produjo el terremoto de Lisboa del año 1755, el cual derribó gran parte del caserío de la ciudad y dañó otro gran número de edificios importantes como la Giralda o la Catedral. Este desastre obligó a proceder a un proceso de demolición, construcción y reconstrucción que consolidó en un nuevo tipo de arquitectura doméstica. La llegada de la Ilustración también supuso un cambio para la historia de la ciudad. Esta nueva corriente basada en el uso de la razón pondría en duda todo lo anterior y fomentaría una nueva forma de entender la arquitectura. Con todos estos acontecimientos daría comienzo una nueva etapa para la arquitectura doméstica sevillana que cristalizará en el desarrollo de la tipología de Casa-Palacio.

Portón, zaguán y patio representativos configuran el eje visual perspectivo de la casa-patio sevillana.
2.2. TIPOLOGÍA DE CASA PALACIO
El elemento fundamental de la casa sevillana acomodada es el patio, que se convierte en organizador de los diversos espacios de la vivienda. Por cualquier cambio que se produzca en la evolución de la arquitectura doméstica en la ciudad, éste aparece siempre como núcleo esencial. Su carácter simbólico en la etapa musulmana fue rescatado para la Sevilla cristiana.
Palacio de la Independencia en La Carlota

En Sevilla la estructura y la esencia de Los Reales Alcázares, en su distribución de patios, conformó una referencia para el diseño de casas señoriales de las familias aristócratas residentes en la ciudad. En esta época se establece un tipo de casa que aunque en constante evolución no pierde sus rasgos más esenciales hasta la Edad Contemporánea. En el siglo XVIII se produce la definitiva integración entre el patio como elemento organizador de la casa y el diseño de su planta, de modo que se adoptan diseños regulares o semiregulares para establecer las distintas estancias y habitaciones en su entorno, que toman para su simetría el eje central del patio.

Palacio de Hernán Cortés
El patio se convertirá en un elemento fundamental en esta tipología ya que conseguirá racionalizar la planta dentro de parcelas irregulares en la trama orgánica de la ciudad de Sevilla del siglo XVIII. Encontraremos casos en los que el palacio se situará en la totalidad de una manzana o llegando a estar exentos dentro de una plaza, en estos casos la fuerza reguladora del patio será aun más fuerte. En El Palacio de la Independencia en La Carlota, es un claro ejemplo de esta disposición con respecto a la manzana. El palacio ocupa la totalidad de una manzana dejando una plaza en el frente de fachada. Esta disposición se ve facilitada por la trama ortogonal que presenta este pueblo.

En Sevilla a pesar del carácter orgánico de la trama urbana, encontraremos ejemplos como El Palacio de Hernán Cortes donde el papel de los patios es fundamental a la hora de regularizar la planta.

Casa Consistorial en Carmona
La Casa Consistorial de Carmona es otro ejemplo de cómo se consigue una cierta lógica geometrIca de la planta mediante el patio a pesar de que la parcela y la trama urbana a la que pertenece se caracterizan por lo irregular y lo orgánico de su composición. En esta casa-palacio podemos observar como el acceso desde la calle no se simétrico con respecto a un eje que por general establecía el patio. Esta práctica puede justificarse con el hecho de que la parcela no tiene mucho fondo y por tanto, no se puede establecer un acceso marcado por el protocolo en su recorrido y con la riqueza espacial que tienen otras casas. Para ello el acceso principal se construye mediante la prolongación de una galería lateral del patio, de esta forma el acceso se hace más largo con un tramo final que funciona a la vez como “loggia” y como galería del patio.

La tendencia es que el propio patio adopte una figura en ángulos rectos en las obras de nueva planta. Esta relación proporcional entre el patio y otros espacios de la casa se produce igualmente entre el patio y el frente de fachada del edificio.Durante la segunda mitad de siglo la conexión puerta-casa se realiza mediante un eje longitudinal, que se pretende en muchos casos centrado en la mitad de su superficie, y que lleva directamente hasta el propio patio del edificio.

Esta solución se extenderá como recurso después del terremoto de Lisboa, cuando gran parte del caserío de la ciudad de Sevilla queda en ruinas, es en esta fecha cuando la regularidad en la conformación de las viviendas sevillanas, caracterizadas por los patios de columnas, se consolida.

El zaguán de la casa adquiere un papel protocolario, puramente un tránsito entre la puerta de la calle y el postigo de la casa. En ejemplos más tardíos, la profundidad de la vivienda es mejorada mediante la apertura de huecos en el frente contrario del patio, que termina en ocasiones en el jardín al fondo de la parcela, rematada tal fuga en una fuente u otro elemento significativo. En Conde Ibarra N18(Sevilla) vemos un ejemplo claro de la existencia de un eje visual y perspectivo con la presencia de hasta tres patios que se van conectando mediante pasajes siguiendo una línea recta.
Palacio Dávila, Jerez de la Ftra.

Encontraremos casas en los que este eje visual y perspectivo no es tan claro. Un ejemplo de ellos es El Palacio de Dávila en Jerez de la Frontera (Cádiz). Vemos como no existe un eje tan marcado como en otras casas sino que más bien los tres patios que encontramos construyen subsistemas o paquetes estableciendo relaciones geométricas con las crujías que los circunscriben. En esta casa se utilizará también el recurso que veíamos en La Casa Consistorial de Carmona por el cual el eje de acceso se apropiaba de una galería del patio para aumentar su longitud, pero además se lleva a cabo otra técnica para de alguna forma enriquecer espacialmente el acceso.

Si nos fijamos, el primer patio obliga a quebrar la línea de acceso con el fin de dale profundidad a la parcela que tiene poco fondo. No hay ningún punto de la casa donde se pueda ver la profundidad total de la parcela como si ocurre en otros casos donde se puede observar un eje visual que atraviesa toda la casa.

Esta confusión entre lo privado y lo público prepara la aparición de las cancelas como sustitución de los cerrados postigos en los zaguanes, cuyo uso se extiende por la ciudad a comienzos del siglo XIX con la intención de que la calle también forme parte del eje perspectivo que establecen los patios de la casa.
Casa-Palacio, C/Ibarra N18.

La distribución del interior y la presencia de determinados espacios tradicionales permanece sin alteraciones importantes en los años últimos del siglo. Continúa la escasa especialización de los espacios, de modo que sólo se puede hablar de áreas funcionales, como las zonas de servicios y cocinas, situadas cerca de pozos, en áreas marginales con respecto al eje de la casa. El zaguán perdera su función como apeadero, y adquiere valor representativo. Las cocheras o caballerizas que se situaban en el zaguán, tendrán acceso independiente desde el frente de fachada del edificio o se sitúan, si existe otro frente a calle, en esa entrada secundaria. La parte más continúa en el cuerpo de la casa, es la crujía de fachada, que suele ser además la zona de la casa con un volumen más potente.

El patio se forma con columnas sobre las que voltean arcos de medio punto o escarzanos, a veces coexistiendo en un mismo espacio. En el piso superior se emplean de nuevo galerías de columnas o balcones que se abren desde corredores. No es extraño que aparezcan patios sin columnas, con corredores altos sobre vigas, quizás asociados al uso de los bajos como oficinas o casas comerciales.

Las casas acomodadas abren escalera al piso superior en algún frente o ángulo del patio. Tras el patio se abren diversas habitaciones a un lado del tránsito principal del edificio, o a ambos en caso de estar centrado en eje con el zaguán. En alguno de los límites de la parcela aveces se situaba un jardín, definido en un tono culto, con la presencia en ocasiones de algún frente de arcos formando una loggia abierta al mismo, y donde, en continuidad con la adquisición de elementos renacentistas, encontraremos fuentes, riscos y árboles frutales cuya visión completaba en ocasiones el eje perspectivo de la casa desde su principal acceso.

La distribución de la planta baja se repite en el nivel superior, dualidad más acusada cuanto mayor rango tenga la vivienda. En cuanto al uso, existía la conocida mudanza estacional; meses de calor el bajo, invierno en el piso principal. En la planta superior, el salón principal se dispone en el frente más representativo de la casa. Los dormitorios abren ventanas hacia la calle, o sobre el jardín.

En algunas casas es importante remarcar la existencia de un tercer piso que no se extendía por toda la superficie del inmueble, sino que remataba los volúmenes de algunos cuerpos del mismo. Si existe, siempre aparece al menos en la crujía de fachada, en relación con el deseo de ostentación que caracterizó al barroco. Este piso último se utilizó como depósito de paja o grano, palomar o trasteros.

En definitiva, es posible detectar desde las décadas avanzadas del siglo XVIII una tendencia a la integración de las partes de la casa, que si no corresponde a una existencia de funciones específicas para cada espacio, si se reconoce una cierta regularidad y orden en la distribución.

Establecidas ya en la ciudad las mansiones de la aristocracia de mayor rango, las gentes recién ennoblecidas o comerciantes requieren modelos simplificados de las grandes casas- palacio presentes en la ciudad, exigiendo una vivienda más racional y funcional observándose frente a la tradicional sobriedad de la decoración de la casa sevillana de épocas anteriores, una mayor preocupación burguesa por el carácter del espacio doméstico.

Se disminuye el volumen aparente de las piezas con la incorporación de falsos techos bajo los forjados de madera. Igualmente se dotan con chimeneas los salones de las viviendas, y aumenta el uso del cristal. Finalmente aparecen nuevos usos para ciertas piezas, convertidas, por ejemplo, en escritorios. Todo ello en un ámbito cultural en el que se reinterpretó de forma individual la vivienda, la casa debía satisfacer las necesidades de su dueño. Esta práctica choca de frente con la ambigüedad funcional de los espacios en las primeras casas-palacio.

Los arquitectos y maestros de obras más cercanos a las ideas ilustradas van a poner el acento en el orden y la simetría como valores fundamentales para la organización de los frentes de fachadas de los edificios.
Tal preocupación es recurrente en los proyectos de reforma general de distintas áreas urbanas en Sevilla. Destacar el caso de los maestros de obras Lucas Cintora y Félix Caraza cuando informan sobre el proyecto de derribo y ampliación de la zona del Corral de Olmos, tras el ábside de la Catedral, que defenderán la importancia de la correspondencia entre los diversos edificios que conformen este nuevo espacio monumental mediante la proporción y la simetría de sus fachadas.

Esta simetría entre los elementos de la fachada se convierte también en relación entre diversas fachadas de una calle o plaza, guardando semejanzas en ornato y altura para sus diferentes casas. Estas consideraciones nos hablan de un nuevo papel con que se define a la arquitectura civil bajo la visión ilustrada, pues las nuevas edificaciones no sólo son expresión de los deseos individuales de sus dueños o constructores, sino también tienen una responsabilidad social colectiva que afecta a la imagen de toda la ciudad, adoptando un valor representativo.

De este modo, el que los edificios estuvieran dentro del contexto arquitectónico era un elemento tan importante como el hecho de que la construcción cumpliera con una serie de medidas a la hora de que los arquitectos municipales dieran su licencia a las nuevas obras.

En los edificios debe haber una proporción entre los pisos altos y bajos. Se determina que el vuelo de cornisas y balcones se encuentre proporcionado con la anchura de la calle donde se abren. Las ventanas deben guardar una relación de ancho y altura dependiendo del piso donde se encontrasen, y las ordenanzas señalaban la obligación de asegurar la intimidad de los vecinos. El uso de soportales se aconseja para las plazas y vías principales en razón de la comodidad y aspecto público. Todas estas medidas encajan con la visión de responsabilidad social que se tenía en la época y es fácil ver como la arquitectura se contagia de las nuevas teorías ilustradas, hecho que nos demuestra la correspondencia que siempre ha existido entre la visión de una sociedad y la materialización de sus ideas en su arquitectura.

En cuanto a las realizaciones concretas, en la segunda mitad del siglo XVIII se divulga un modelo de fachada que se tomará como modelo. En general, posee dos cuerpos, con inclusión usual de un último piso. Los huecos en el muro se disponen de manera regular y simétrica, donde alternan, también dentro de una misma fachada, balcones y ventanas cerradas con rejas voladas.

Se destaca moderadamente el eje principal de la fachada, donde se dispone la portada y un vano correspondiente en el piso superior, aveces con balcón. La portada será el lugar donde se produzca la mezcla de estilos arquitectónicos, consiguiendo portadas monumentales con un marcado carácter neoclásico pero que no dejan de recrearse en sí mismas tiñéndose de elementos barrocos. En la Casa de los Medina, en la calle Santa Ana, se aprecia igualmente la ambigüedad a la que nos referimos, pues junto a una cierta recuperación más canónica, se observa en la concepción general de estas fachadas la pervivencia de lo tradicional.

Los paramentos son enlucidos, y su superficie está parcial o totalmente lisa. Sobre esta superficie plana se construye una cuadrícula simétrica con respecto a un eje central que coincide con la portada conformada por divisiones verticales mediante la colocación de pilastras y por cornisas que dividen horizontalmente la fachada y potencian la horizontalidad de la misma. En los espacios que se generan con la cuadrícula se construirán ventanas y balcones que quedan dentro del entramado generado por la fachada y en la que las relaciones entre la unidad y el todo serán esenciales para el equilibrio compositivo de la fachada. Si existe un desván, suele diseñarse con vanos de medio punto cuya sucesión se inserta entre las pilastras, sobre los que remata un voladizo de tejas. Sobre este modelo general se establecen variantes, siendo la principal de ellas el desarrollo compositivo de estos elementos dentro de un orden gigante que los enmarca.

En este tipo de fachadas se refuerza en ocasiones los signos clasicistas de su composición, con pilastras y frontones como ornato de los balcones y ventanas dispuestos sobre las portadas, o definiendo los límites del tramo principal de la fachada. La ordenación de los elementos de fachada y la austeridad decorativa pertenecen a una tradición local que tiene como modelos arquitectónicos del clasicismo a edificios como La Casa de la Lonja o El Hospital de la Sangre, pero que se acentúa con el ejemplo de la construcción de los grandes edificios fabriles del XVIII, en especial de La Real Fábrica de Tabacos, en cuya obra se forman gran número de los maestros de obras que toman los encargos de la construcción de las nuevas residencias.

Como ocurría con el interior de las viviendas, es este modelo de fachada el que va a continuar perviviendo en la Sevilla de fines del siglo XVIII, de modo que la incorporación de las novedades de la Ilustración en la arquitectura doméstica serán muy limitadas.

Casa-Palacio, C/Ibarra N18.
En la fachada de Conde Ibarra N/18 (Sevilla), vemos como se lleva a cabo esta técnica de composición de fachada. El plano del alzado se divide en cinco franjas verticales, de las cuales la central es la mayor, mediante un orden de pilastras que en los extremos de la fachada se duplica para cerrar el conjunto. A su vez estas franjas horizontales se dividen verticalmente en tres tramos mediante la colocación de zócalos y cornisas de las cuales la cornisa que se sitúa en el extremo superior de la fachada será la más potente para remarcar el volumen.

En los paños de muro generados en la fachada de colocan ventanas de las cuales las que se sitúan en la planta noble serán las protagonistas. En el centro del conjunto encontraremos la portada que se compondrá por la puerta principal y un balcón en la planta noble y en la que observamos la coexistencia de elementos clasicistas y barrocos.

Junto a este grupo de fachadas asociadas a casas principales aparece otro en viviendas de menor entidad que avanza desde el modelo muy común de fachada de dos pisos. En general, se pierde la organización independiente del desván, que poseía antes un sentido de término en altura o remate de fachada de índole barroquista. En las décadas finales del siglo su alzado exterior se integra en la composición general de la fachada o se subordina a ésta, desapareciendo los arcos y pilastras toscanas para transformarse en simples vanos cuadrados, como pequeñas ventanas o balcones.

A la vez, el vuelo del tejado va dejando paso a una azotea con rejas y antepechos de material que sirven de soporte a jarrones y bomboneras, de acuerdo a un ornato más ortodoxo en el lenguaje clasicista.

En definitiva, la evolución de la casa sevillana bajo el influjo más o menos intenso de la Ilustración se caracteriza por la confusión en la adopción de las novedades formales, y en la pervivencia de los esquemas tradicionales hasta muy entrado el siglo XIX. La opción por otros modelos tienen una escasa fortuna.















A la derecha, C/Rodrigo Caro N/3 (Utrera) A la izquierda casa de Don Fernando de Quintanilla (Loria del Río). Extraido de “Arquitectura barroca sevillana”. Sancho Corbacho.













 
A la derecha, C/María Auxiliadora N/71 (Utrera) . A la izquierda Portada de la casa de los Condes de Valverde(Écija). Extraido de “Arquitectura barroca sevillana”. Sancho Corbacho.












En la Sevilla de finales del siglo XVIII cabe destacar, como vivienda colectiva de vital importancia en la ciudad, los corrales de vecinos. Un corral es, en esencia, un edificio compuesto por un gran patio rodeado de habitaciones que se abren a él, aunque los ejemplos son de gran variedad debido a la diversidad de planta, alzado.

Fuente Corral del Conde.
El corral es una clase de vivienda donde se albergó una parte importante de la población sevillana de oficios, y en la actualidad siguen ocupados por vecinos. Hay que tener en cuenta, no obstante, que el corral no es sólo lugar de habitación sino además de convivencia y estrechas relaciones sociales. Por tal motivo, incluso podría hablarse de microsociedades o incluso podríamos considerarlas como subsistemas que aunque actualmente hayan perdido la mayoría de sus rasgos diferenciadores se sigue manteniendo su esencia.

 

El corral de vecinos andaluz tiene su origen en los adarves árabes , callejones ciegos sobre los que se abrían las puertas de las viviendas. Se tienen noticias históricas de su existencia desde el siglo XIV, y con mayor precisión en el siglo XVI. Es el modelo arquitectónico surgido en esta época el que se ha conservado hasta nuestros días y el que tanto ha contribuido a caracterizar la vida y el urbanismo de Sevilla.


El corral de vecinos andaluz y, especialmente el sevillano del siglo XVIII y XIX se articula en torno a un patio, más o menos amplio, en cuyo centro se alza una fuente o un pozo que están al servicio de los vecinos, los cuales utilizan sus aguas para todos los usos de la vida. Cuatro corredores que circunscriben el encuadrando el patio, y en ellos se localizan los acceso a los distintos módulos de habitación. En algunos corrales puede observarse la presencia de pequeños patios que se utilizaban como lavaderos. Cada vecino, o lo que es lo mismo, cada familia, habita un modulo de habitación o “sala” como tradicionalmente se le llama. En general las “salas” están compuestas por un solo espacio pero hay corrales en los que existen compartimentos dentro de cada módulo.


Corral del Castillo en El Coronil.
Estos corrales o patios de vecinos antes de ser viviendas comunales fueron conventos, casas señoriales, palacios y alhóndigas, cuya arquitectura fue aprovechada y readaptada para el alojamiento de familias. Otros, los que podemos considerar propiamente corrales de vecinos, son el resultado de una planificación y obedecen a un modelo arquitectónico con unas características comunes y con variantes de adaptación al tamaño y forma del solar donde fueron construidos. Destacamos dos ejemplos claros de corrales que presentan estructuras básicas de esta tipología tipología:

Corral del Castillo: Se encuentra en la provincia de Sevilla, más concretamente en el pueblo El Coronil. El corral presenta un pequeño patio de acceso que podría ser la reinterpretación del zaguán que encontrábamos en las casas-palacio. Posteriormente encontramos un patio rectangular en donde se sitúan galerías construidas con pilares metálicos en sus laterales desde las cuales se tiene acceso a los diferentes módulos. La misma estructura se repite en el nivel superior al cual se accede por las escaleras que se sitúan al final del patio. 



Cabe destacar la sensación de ligereza y fragilidad que dan los pilares y la estructura metálica al conjunto del patio en oposición al carácter robusto que observábamos en los patios de las casas aristócratas. Al fondo encontramos otro patio que podría albergar funciones de lavandería o simplemente se utilizaría como espacio público del corral.

Tenemos motivos suficientes para suponer que los corrales son interpretaciones colectivas de las casas-palacio ya que podemos observar analogías entre las dos tipologías como el carácter articulador del patio, la distribución de espacios en torno a él y la presencia de una secuencia espacial de zaguán, patio representativo y patio trasero.


Corral-Pasaje Valvanera.

Corral-Pasaje Valvanera: se encuentra en Sevilla, y comparte las características con el caso anterior. En este corral cabe destacarla presencia de un segundo nivel y las pasarelas que se construyen para pasar de un lado al otro del patio sin tener que bordear toda la longitud del patio, pero lo más significativo es su carácter de “pasaje”. El corral puede entenderse como una calle en el interior de una manzana, reforzando el carácter público del patio hasta el punto de darnos cuenta de que alomejor no es lo más correcto utilizar la palabra “patio” para referirnos al espacio central del conjunto, sino más bien deberíamos utilizar la palabra “calle”. Podemos decir que este ejemplo es más cercano a lo que fueron los orígenes históricos del corral andaluz, a aquellos adarves árabes a los que daban las diferentes viviendas.


Los habitantes de los corrales de vecinos han simbolizado durante mucho tiempo al pueblo llano de las ciudades, allí vivían albañiles, herreros, carpinteros, tejedores, blanqueadores, carreros, lavanderas, planchadoras, costureras, criadas, zapateros, muchos de los cuales tenían sus negocios en el propio corral y vivían de la clientela del mismo. Quizás por esto, por representar cualitativa y cuantitativamente al pueblo sevillano, L. Montoto al escribir sobre las «Costumbres populares de Sevilla» a finales del siglo XIX, lo hace en torno a la vida, las relaciones sociales, los oficios, las fiestas, las creencias y los hábitos de los habitantes de corrales de vecinos.

La vida en el corral giraba en torno al patio, centro geográfico y neurálgico del grupo humano que allí se albergaba. Allí se encontraba satisfacción a las necesidades de albergue al tiempo que una respuesta a las necesidades sociales y de relación. El corral festejaba el bautismo de un hijo, asistía a una pelea entre madres por causa de sus hijos, se divertía conjuntamente en fiestas locales, y finalmente asistía a entierro de algún vecino.


El corral de vecinos parece ser una forma de vivienda multifamiliar característica de Andalucía, aunque existen formas similares en otras partes del mundo. En la región andaluza se localizan corrales en Sevilla, Córdoba, Granada, Huelva, Cádiz, Arcos de la Frontera, San Fernando, Algeciras y Conil principalmente. De todos los muchos mencionados, Sevilla ocupa el primer puesto en cuanto al número, diversidad y persistencia. En 1862 Gómez Zarzuela cita cerca de doscientos, y Morales Padrón en 1974 todavía alcanzaron a estudiar ochenta y uno, aunque muchos estaban ya en franco proceso de deterioro y consecuente demolición. En Sevilla, es Triana el barrio con mayor densidad concentrados en la calle Pagés del Corro, aunque el más famoso y uno de los más grandes es el Corral del Conde en la calle Santiago que contaba con ciento trece viviendas.


Los corrales de vecinos, nacidos como respuesta económica y cultural a una epidémica falta de viviendas en las ciudades y pueblos andaluces, están en trance de extinción, debido al aumento del valor del suelo urbano, como consecuencia de su desaforada especulación, y al deseo de mejorar las condiciones de habitabilidad de las viviendas. Esto no quiere decir que el modelo cultural se haya agotado, sin embargo, los intereses económicos y el uniformismo constructivo parecen haber decretado su muerte.

3. Consejería de Cultura

3.1. UBICACIÓN
Para oficinas de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, se lleva a cabo una intervención y remodelación, de mano de los arquitectos Cruz y Ortiz, sobre dos casas pertenecientes al centro histórico de Sevilla.

Hablamos de dos casas de diferentes dimensiones. La mayor de ella, sita en la Calle San José 13, data en torno al siglo XVIII y ocupa unas dimensiones de 1700 metros cuadrados distribuidos en un solar de forma irregular, lo que no impide que las estancias se articulen en torno a un eje, siendo las habitaciones las que se adaptan a la caprichosa geometría.

La segunda y menor casa, está emplazada en la calle Levíes 3 y es también una edificación de dos plantas, pero de unos 175 metros cuadrados.

Las consideraciones iniciales menosprecian una edificación construida de forma diferente al resto de la casa grande y que se encontraba al fondo del conjunto, con escaso valor arquitectónico. Finalmente es derrumbada.

3.2. DESCRIPCIÓN DEL ESTADO INICIAL
En la casa mayor se distinguen tres partes principales;

En rojo, la Consejeria de Cultura.
1)Un apeadero de entrada.

2)El cuerpo central en el que el patio articula las diferentes estancias.

3)Una zona trasera, vinculada con la anterior, que posee un jardín pequeño con preexistencias en mal estado, todo organizado en torno a un eje.





La casa mayor responde a la tipología de casa palacio, muy recurrente en la zona en la que se inserta. Podemos observar una serie de características propias generales de esta tipología:


Planta estado inical, C/San José
-Secuencia espacial progresiva que separa lo público de la vivienda, donde se aumenta el grado de intimidad con respecto a la calle a medida que se avanza.
-Existencia de un patio de mayores dimensiones en el que se desarrolla una arquería que configura un espacio deambulatorio donde se distribuyen las diferentes funciones propias del conjunto.
-Cuidado de la luz e interés y respeto por la misma, lo que se evidencia en la existencia de una gran claraboya que cubre el patio central.
-Utilización del agua como elemento natural, muy arraigado en la cultura andaluza y en la árabe.
-Interiores y exteriores blancos, a la cal.
-Recorrido visual donde la permeabilidad permite apreciar desde la calle el patio representativo y viceversa.



La secuencia de entrada comprende un pequeño rellano, que da a un escueto patio dispuesto como preámbulo del mayor y más representativo de cara a los visitantes, y que ejerce la función de separación desde lo privado hacia el ámbito público que se desarrolla en la calle. En torno al patio de mayor dimensión, se estructuran una serie de dependencias que acogen parte de las funciones para las que el edificio ha sido intervenido. 

 3.3. ANÁLISIS DEL PROYECTO








 El proyecto, aparte de restaurar y remodelar los edificios ya existentes para el nuevo uso, se centró en la edificación anexa de cuatro plantas que situada al fondo, y que se abre sobre un jardín donde se enfrentan tradición y modernidad. El punto de enlace o nexo entre las dos casas se convierte también en el nexo con la nueva edificación, provocando un desplazamiento respecto al eje que ordenaba el edificio principal y la interesada visión en escorzo del nuevo edificio.

En toda la obra se persigue subrayar las cualidades matéricas de lo existente, realizándose diversos gestos solidarios con esta idea. Uno de ellos es la utilización de un pavimento de mármol blanco para intensificar la luminosidad, siendo esta una de las claves principales de las casa patio. Se lleva acabo también un uso de carpintería sencilla para potenciar los arcos. El edificio de nueva planta tiene como objetivo principal restituir la noción de jardín. La fachada del nuevo edificio entabla un diálogo con la fachada trasera de la parte antigua.

El aspecto exterior del edificio, del que solo se puede obtener una vista total en escorzo es muy sencillo. La planta 0 es visualmente trasparente. El hecho de que se trate de un patio de pequeñas dimensiones y de una altura considerable justifican este hecho, en aras de que la luz que llega al fondo del mismo sea aprovechable al máximo.El tratamiento de las fachadas exteriores en las otras plantas se lleva a cabo mediante un sistema de lamas verticales que no se interrumpen y que ayudan a proporcionar una imagen más vertical del edificio, que de otra forma parecería achatado y bajo. En cuando a los interiores, se otorga una distribución de una planta bastante libre que permite obtener una imagen clara de todo el área, facilitando las configuraciones del mobiliario de la oficina. Hablamos de un espacio de trabajo que goza de libertad.

Se recurrió a una arquitectura que comparte tamaños y espesores con lo preexistente y que evitase tanto la complacencia en la yuxtaposición y el contraste como la mera continuidad estilística” “Trabajar con lo nuevo y con lo viejo supone la tentación, muy difícil de evitar, de utilizar mecanismos de yuxtaposición o contraste”.









 Foto 1







Foto 2: Se mantiene la secuencia visual de las casas-palacio, desde el patio representativo podemos ver como se suceden los diferentes espacios hasta finalizar en la calle









Foto 3: La fachada del nuevo edificio entabla un diálogo con la fachada trasera de la parte antigua.




Foto 4: El tratamiento de la fachada del edifico de nueva planta se lleva a cabo mediante un sistema de lamas verticales que no se interrumpen y que ayudan a proporcionar una imagen mas vertical del edificio.







 


Foto 5: A la derecha. Se busca subrayar las cualidades matéricas de lo existente, utilizando pavimento de mármol blanco para intensificar la luminosidad.

Foto 6: A la izquierda. En el nuevo edificio, al igual que en la parte rehabilitada, se busca potenciar la luminosidad en algunos ámbitos .