2. La vivienda sevillana del siglo XVIII

2.1. INTRODUCCIÓN
Durante el siglo XVIII se produjeron en Sevilla una serie de acontecimientos que supusieron un importante replanteo de la arquitectura de la ciudad. Uno de los hechos más importantes fue la ruina que produjo el terremoto de Lisboa del año 1755, el cual derribó gran parte del caserío de la ciudad y dañó otro gran número de edificios importantes como la Giralda o la Catedral. Este desastre obligó a proceder a un proceso de demolición, construcción y reconstrucción que consolidó en un nuevo tipo de arquitectura doméstica. La llegada de la Ilustración también supuso un cambio para la historia de la ciudad. Esta nueva corriente basada en el uso de la razón pondría en duda todo lo anterior y fomentaría una nueva forma de entender la arquitectura. Con todos estos acontecimientos daría comienzo una nueva etapa para la arquitectura doméstica sevillana que cristalizará en el desarrollo de la tipología de Casa-Palacio.

Portón, zaguán y patio representativos configuran el eje visual perspectivo de la casa-patio sevillana.
2.2. TIPOLOGÍA DE CASA PALACIO
El elemento fundamental de la casa sevillana acomodada es el patio, que se convierte en organizador de los diversos espacios de la vivienda. Por cualquier cambio que se produzca en la evolución de la arquitectura doméstica en la ciudad, éste aparece siempre como núcleo esencial. Su carácter simbólico en la etapa musulmana fue rescatado para la Sevilla cristiana.
Palacio de la Independencia en La Carlota

En Sevilla la estructura y la esencia de Los Reales Alcázares, en su distribución de patios, conformó una referencia para el diseño de casas señoriales de las familias aristócratas residentes en la ciudad. En esta época se establece un tipo de casa que aunque en constante evolución no pierde sus rasgos más esenciales hasta la Edad Contemporánea. En el siglo XVIII se produce la definitiva integración entre el patio como elemento organizador de la casa y el diseño de su planta, de modo que se adoptan diseños regulares o semiregulares para establecer las distintas estancias y habitaciones en su entorno, que toman para su simetría el eje central del patio.

Palacio de Hernán Cortés
El patio se convertirá en un elemento fundamental en esta tipología ya que conseguirá racionalizar la planta dentro de parcelas irregulares en la trama orgánica de la ciudad de Sevilla del siglo XVIII. Encontraremos casos en los que el palacio se situará en la totalidad de una manzana o llegando a estar exentos dentro de una plaza, en estos casos la fuerza reguladora del patio será aun más fuerte. En El Palacio de la Independencia en La Carlota, es un claro ejemplo de esta disposición con respecto a la manzana. El palacio ocupa la totalidad de una manzana dejando una plaza en el frente de fachada. Esta disposición se ve facilitada por la trama ortogonal que presenta este pueblo.

En Sevilla a pesar del carácter orgánico de la trama urbana, encontraremos ejemplos como El Palacio de Hernán Cortes donde el papel de los patios es fundamental a la hora de regularizar la planta.

Casa Consistorial en Carmona
La Casa Consistorial de Carmona es otro ejemplo de cómo se consigue una cierta lógica geometrIca de la planta mediante el patio a pesar de que la parcela y la trama urbana a la que pertenece se caracterizan por lo irregular y lo orgánico de su composición. En esta casa-palacio podemos observar como el acceso desde la calle no se simétrico con respecto a un eje que por general establecía el patio. Esta práctica puede justificarse con el hecho de que la parcela no tiene mucho fondo y por tanto, no se puede establecer un acceso marcado por el protocolo en su recorrido y con la riqueza espacial que tienen otras casas. Para ello el acceso principal se construye mediante la prolongación de una galería lateral del patio, de esta forma el acceso se hace más largo con un tramo final que funciona a la vez como “loggia” y como galería del patio.

La tendencia es que el propio patio adopte una figura en ángulos rectos en las obras de nueva planta. Esta relación proporcional entre el patio y otros espacios de la casa se produce igualmente entre el patio y el frente de fachada del edificio.Durante la segunda mitad de siglo la conexión puerta-casa se realiza mediante un eje longitudinal, que se pretende en muchos casos centrado en la mitad de su superficie, y que lleva directamente hasta el propio patio del edificio.

Esta solución se extenderá como recurso después del terremoto de Lisboa, cuando gran parte del caserío de la ciudad de Sevilla queda en ruinas, es en esta fecha cuando la regularidad en la conformación de las viviendas sevillanas, caracterizadas por los patios de columnas, se consolida.

El zaguán de la casa adquiere un papel protocolario, puramente un tránsito entre la puerta de la calle y el postigo de la casa. En ejemplos más tardíos, la profundidad de la vivienda es mejorada mediante la apertura de huecos en el frente contrario del patio, que termina en ocasiones en el jardín al fondo de la parcela, rematada tal fuga en una fuente u otro elemento significativo. En Conde Ibarra N18(Sevilla) vemos un ejemplo claro de la existencia de un eje visual y perspectivo con la presencia de hasta tres patios que se van conectando mediante pasajes siguiendo una línea recta.
Palacio Dávila, Jerez de la Ftra.

Encontraremos casas en los que este eje visual y perspectivo no es tan claro. Un ejemplo de ellos es El Palacio de Dávila en Jerez de la Frontera (Cádiz). Vemos como no existe un eje tan marcado como en otras casas sino que más bien los tres patios que encontramos construyen subsistemas o paquetes estableciendo relaciones geométricas con las crujías que los circunscriben. En esta casa se utilizará también el recurso que veíamos en La Casa Consistorial de Carmona por el cual el eje de acceso se apropiaba de una galería del patio para aumentar su longitud, pero además se lleva a cabo otra técnica para de alguna forma enriquecer espacialmente el acceso.

Si nos fijamos, el primer patio obliga a quebrar la línea de acceso con el fin de dale profundidad a la parcela que tiene poco fondo. No hay ningún punto de la casa donde se pueda ver la profundidad total de la parcela como si ocurre en otros casos donde se puede observar un eje visual que atraviesa toda la casa.

Esta confusión entre lo privado y lo público prepara la aparición de las cancelas como sustitución de los cerrados postigos en los zaguanes, cuyo uso se extiende por la ciudad a comienzos del siglo XIX con la intención de que la calle también forme parte del eje perspectivo que establecen los patios de la casa.
Casa-Palacio, C/Ibarra N18.

La distribución del interior y la presencia de determinados espacios tradicionales permanece sin alteraciones importantes en los años últimos del siglo. Continúa la escasa especialización de los espacios, de modo que sólo se puede hablar de áreas funcionales, como las zonas de servicios y cocinas, situadas cerca de pozos, en áreas marginales con respecto al eje de la casa. El zaguán perdera su función como apeadero, y adquiere valor representativo. Las cocheras o caballerizas que se situaban en el zaguán, tendrán acceso independiente desde el frente de fachada del edificio o se sitúan, si existe otro frente a calle, en esa entrada secundaria. La parte más continúa en el cuerpo de la casa, es la crujía de fachada, que suele ser además la zona de la casa con un volumen más potente.

El patio se forma con columnas sobre las que voltean arcos de medio punto o escarzanos, a veces coexistiendo en un mismo espacio. En el piso superior se emplean de nuevo galerías de columnas o balcones que se abren desde corredores. No es extraño que aparezcan patios sin columnas, con corredores altos sobre vigas, quizás asociados al uso de los bajos como oficinas o casas comerciales.

Las casas acomodadas abren escalera al piso superior en algún frente o ángulo del patio. Tras el patio se abren diversas habitaciones a un lado del tránsito principal del edificio, o a ambos en caso de estar centrado en eje con el zaguán. En alguno de los límites de la parcela aveces se situaba un jardín, definido en un tono culto, con la presencia en ocasiones de algún frente de arcos formando una loggia abierta al mismo, y donde, en continuidad con la adquisición de elementos renacentistas, encontraremos fuentes, riscos y árboles frutales cuya visión completaba en ocasiones el eje perspectivo de la casa desde su principal acceso.

La distribución de la planta baja se repite en el nivel superior, dualidad más acusada cuanto mayor rango tenga la vivienda. En cuanto al uso, existía la conocida mudanza estacional; meses de calor el bajo, invierno en el piso principal. En la planta superior, el salón principal se dispone en el frente más representativo de la casa. Los dormitorios abren ventanas hacia la calle, o sobre el jardín.

En algunas casas es importante remarcar la existencia de un tercer piso que no se extendía por toda la superficie del inmueble, sino que remataba los volúmenes de algunos cuerpos del mismo. Si existe, siempre aparece al menos en la crujía de fachada, en relación con el deseo de ostentación que caracterizó al barroco. Este piso último se utilizó como depósito de paja o grano, palomar o trasteros.

En definitiva, es posible detectar desde las décadas avanzadas del siglo XVIII una tendencia a la integración de las partes de la casa, que si no corresponde a una existencia de funciones específicas para cada espacio, si se reconoce una cierta regularidad y orden en la distribución.

Establecidas ya en la ciudad las mansiones de la aristocracia de mayor rango, las gentes recién ennoblecidas o comerciantes requieren modelos simplificados de las grandes casas- palacio presentes en la ciudad, exigiendo una vivienda más racional y funcional observándose frente a la tradicional sobriedad de la decoración de la casa sevillana de épocas anteriores, una mayor preocupación burguesa por el carácter del espacio doméstico.

Se disminuye el volumen aparente de las piezas con la incorporación de falsos techos bajo los forjados de madera. Igualmente se dotan con chimeneas los salones de las viviendas, y aumenta el uso del cristal. Finalmente aparecen nuevos usos para ciertas piezas, convertidas, por ejemplo, en escritorios. Todo ello en un ámbito cultural en el que se reinterpretó de forma individual la vivienda, la casa debía satisfacer las necesidades de su dueño. Esta práctica choca de frente con la ambigüedad funcional de los espacios en las primeras casas-palacio.

Los arquitectos y maestros de obras más cercanos a las ideas ilustradas van a poner el acento en el orden y la simetría como valores fundamentales para la organización de los frentes de fachadas de los edificios.
Tal preocupación es recurrente en los proyectos de reforma general de distintas áreas urbanas en Sevilla. Destacar el caso de los maestros de obras Lucas Cintora y Félix Caraza cuando informan sobre el proyecto de derribo y ampliación de la zona del Corral de Olmos, tras el ábside de la Catedral, que defenderán la importancia de la correspondencia entre los diversos edificios que conformen este nuevo espacio monumental mediante la proporción y la simetría de sus fachadas.

Esta simetría entre los elementos de la fachada se convierte también en relación entre diversas fachadas de una calle o plaza, guardando semejanzas en ornato y altura para sus diferentes casas. Estas consideraciones nos hablan de un nuevo papel con que se define a la arquitectura civil bajo la visión ilustrada, pues las nuevas edificaciones no sólo son expresión de los deseos individuales de sus dueños o constructores, sino también tienen una responsabilidad social colectiva que afecta a la imagen de toda la ciudad, adoptando un valor representativo.

De este modo, el que los edificios estuvieran dentro del contexto arquitectónico era un elemento tan importante como el hecho de que la construcción cumpliera con una serie de medidas a la hora de que los arquitectos municipales dieran su licencia a las nuevas obras.

En los edificios debe haber una proporción entre los pisos altos y bajos. Se determina que el vuelo de cornisas y balcones se encuentre proporcionado con la anchura de la calle donde se abren. Las ventanas deben guardar una relación de ancho y altura dependiendo del piso donde se encontrasen, y las ordenanzas señalaban la obligación de asegurar la intimidad de los vecinos. El uso de soportales se aconseja para las plazas y vías principales en razón de la comodidad y aspecto público. Todas estas medidas encajan con la visión de responsabilidad social que se tenía en la época y es fácil ver como la arquitectura se contagia de las nuevas teorías ilustradas, hecho que nos demuestra la correspondencia que siempre ha existido entre la visión de una sociedad y la materialización de sus ideas en su arquitectura.

En cuanto a las realizaciones concretas, en la segunda mitad del siglo XVIII se divulga un modelo de fachada que se tomará como modelo. En general, posee dos cuerpos, con inclusión usual de un último piso. Los huecos en el muro se disponen de manera regular y simétrica, donde alternan, también dentro de una misma fachada, balcones y ventanas cerradas con rejas voladas.

Se destaca moderadamente el eje principal de la fachada, donde se dispone la portada y un vano correspondiente en el piso superior, aveces con balcón. La portada será el lugar donde se produzca la mezcla de estilos arquitectónicos, consiguiendo portadas monumentales con un marcado carácter neoclásico pero que no dejan de recrearse en sí mismas tiñéndose de elementos barrocos. En la Casa de los Medina, en la calle Santa Ana, se aprecia igualmente la ambigüedad a la que nos referimos, pues junto a una cierta recuperación más canónica, se observa en la concepción general de estas fachadas la pervivencia de lo tradicional.

Los paramentos son enlucidos, y su superficie está parcial o totalmente lisa. Sobre esta superficie plana se construye una cuadrícula simétrica con respecto a un eje central que coincide con la portada conformada por divisiones verticales mediante la colocación de pilastras y por cornisas que dividen horizontalmente la fachada y potencian la horizontalidad de la misma. En los espacios que se generan con la cuadrícula se construirán ventanas y balcones que quedan dentro del entramado generado por la fachada y en la que las relaciones entre la unidad y el todo serán esenciales para el equilibrio compositivo de la fachada. Si existe un desván, suele diseñarse con vanos de medio punto cuya sucesión se inserta entre las pilastras, sobre los que remata un voladizo de tejas. Sobre este modelo general se establecen variantes, siendo la principal de ellas el desarrollo compositivo de estos elementos dentro de un orden gigante que los enmarca.

En este tipo de fachadas se refuerza en ocasiones los signos clasicistas de su composición, con pilastras y frontones como ornato de los balcones y ventanas dispuestos sobre las portadas, o definiendo los límites del tramo principal de la fachada. La ordenación de los elementos de fachada y la austeridad decorativa pertenecen a una tradición local que tiene como modelos arquitectónicos del clasicismo a edificios como La Casa de la Lonja o El Hospital de la Sangre, pero que se acentúa con el ejemplo de la construcción de los grandes edificios fabriles del XVIII, en especial de La Real Fábrica de Tabacos, en cuya obra se forman gran número de los maestros de obras que toman los encargos de la construcción de las nuevas residencias.

Como ocurría con el interior de las viviendas, es este modelo de fachada el que va a continuar perviviendo en la Sevilla de fines del siglo XVIII, de modo que la incorporación de las novedades de la Ilustración en la arquitectura doméstica serán muy limitadas.

Casa-Palacio, C/Ibarra N18.
En la fachada de Conde Ibarra N/18 (Sevilla), vemos como se lleva a cabo esta técnica de composición de fachada. El plano del alzado se divide en cinco franjas verticales, de las cuales la central es la mayor, mediante un orden de pilastras que en los extremos de la fachada se duplica para cerrar el conjunto. A su vez estas franjas horizontales se dividen verticalmente en tres tramos mediante la colocación de zócalos y cornisas de las cuales la cornisa que se sitúa en el extremo superior de la fachada será la más potente para remarcar el volumen.

En los paños de muro generados en la fachada de colocan ventanas de las cuales las que se sitúan en la planta noble serán las protagonistas. En el centro del conjunto encontraremos la portada que se compondrá por la puerta principal y un balcón en la planta noble y en la que observamos la coexistencia de elementos clasicistas y barrocos.

Junto a este grupo de fachadas asociadas a casas principales aparece otro en viviendas de menor entidad que avanza desde el modelo muy común de fachada de dos pisos. En general, se pierde la organización independiente del desván, que poseía antes un sentido de término en altura o remate de fachada de índole barroquista. En las décadas finales del siglo su alzado exterior se integra en la composición general de la fachada o se subordina a ésta, desapareciendo los arcos y pilastras toscanas para transformarse en simples vanos cuadrados, como pequeñas ventanas o balcones.

A la vez, el vuelo del tejado va dejando paso a una azotea con rejas y antepechos de material que sirven de soporte a jarrones y bomboneras, de acuerdo a un ornato más ortodoxo en el lenguaje clasicista.

En definitiva, la evolución de la casa sevillana bajo el influjo más o menos intenso de la Ilustración se caracteriza por la confusión en la adopción de las novedades formales, y en la pervivencia de los esquemas tradicionales hasta muy entrado el siglo XIX. La opción por otros modelos tienen una escasa fortuna.















A la derecha, C/Rodrigo Caro N/3 (Utrera) A la izquierda casa de Don Fernando de Quintanilla (Loria del Río). Extraido de “Arquitectura barroca sevillana”. Sancho Corbacho.













 
A la derecha, C/María Auxiliadora N/71 (Utrera) . A la izquierda Portada de la casa de los Condes de Valverde(Écija). Extraido de “Arquitectura barroca sevillana”. Sancho Corbacho.












En la Sevilla de finales del siglo XVIII cabe destacar, como vivienda colectiva de vital importancia en la ciudad, los corrales de vecinos. Un corral es, en esencia, un edificio compuesto por un gran patio rodeado de habitaciones que se abren a él, aunque los ejemplos son de gran variedad debido a la diversidad de planta, alzado.

Fuente Corral del Conde.
El corral es una clase de vivienda donde se albergó una parte importante de la población sevillana de oficios, y en la actualidad siguen ocupados por vecinos. Hay que tener en cuenta, no obstante, que el corral no es sólo lugar de habitación sino además de convivencia y estrechas relaciones sociales. Por tal motivo, incluso podría hablarse de microsociedades o incluso podríamos considerarlas como subsistemas que aunque actualmente hayan perdido la mayoría de sus rasgos diferenciadores se sigue manteniendo su esencia.

 

El corral de vecinos andaluz tiene su origen en los adarves árabes , callejones ciegos sobre los que se abrían las puertas de las viviendas. Se tienen noticias históricas de su existencia desde el siglo XIV, y con mayor precisión en el siglo XVI. Es el modelo arquitectónico surgido en esta época el que se ha conservado hasta nuestros días y el que tanto ha contribuido a caracterizar la vida y el urbanismo de Sevilla.


El corral de vecinos andaluz y, especialmente el sevillano del siglo XVIII y XIX se articula en torno a un patio, más o menos amplio, en cuyo centro se alza una fuente o un pozo que están al servicio de los vecinos, los cuales utilizan sus aguas para todos los usos de la vida. Cuatro corredores que circunscriben el encuadrando el patio, y en ellos se localizan los acceso a los distintos módulos de habitación. En algunos corrales puede observarse la presencia de pequeños patios que se utilizaban como lavaderos. Cada vecino, o lo que es lo mismo, cada familia, habita un modulo de habitación o “sala” como tradicionalmente se le llama. En general las “salas” están compuestas por un solo espacio pero hay corrales en los que existen compartimentos dentro de cada módulo.


Corral del Castillo en El Coronil.
Estos corrales o patios de vecinos antes de ser viviendas comunales fueron conventos, casas señoriales, palacios y alhóndigas, cuya arquitectura fue aprovechada y readaptada para el alojamiento de familias. Otros, los que podemos considerar propiamente corrales de vecinos, son el resultado de una planificación y obedecen a un modelo arquitectónico con unas características comunes y con variantes de adaptación al tamaño y forma del solar donde fueron construidos. Destacamos dos ejemplos claros de corrales que presentan estructuras básicas de esta tipología tipología:

Corral del Castillo: Se encuentra en la provincia de Sevilla, más concretamente en el pueblo El Coronil. El corral presenta un pequeño patio de acceso que podría ser la reinterpretación del zaguán que encontrábamos en las casas-palacio. Posteriormente encontramos un patio rectangular en donde se sitúan galerías construidas con pilares metálicos en sus laterales desde las cuales se tiene acceso a los diferentes módulos. La misma estructura se repite en el nivel superior al cual se accede por las escaleras que se sitúan al final del patio. 



Cabe destacar la sensación de ligereza y fragilidad que dan los pilares y la estructura metálica al conjunto del patio en oposición al carácter robusto que observábamos en los patios de las casas aristócratas. Al fondo encontramos otro patio que podría albergar funciones de lavandería o simplemente se utilizaría como espacio público del corral.

Tenemos motivos suficientes para suponer que los corrales son interpretaciones colectivas de las casas-palacio ya que podemos observar analogías entre las dos tipologías como el carácter articulador del patio, la distribución de espacios en torno a él y la presencia de una secuencia espacial de zaguán, patio representativo y patio trasero.


Corral-Pasaje Valvanera.

Corral-Pasaje Valvanera: se encuentra en Sevilla, y comparte las características con el caso anterior. En este corral cabe destacarla presencia de un segundo nivel y las pasarelas que se construyen para pasar de un lado al otro del patio sin tener que bordear toda la longitud del patio, pero lo más significativo es su carácter de “pasaje”. El corral puede entenderse como una calle en el interior de una manzana, reforzando el carácter público del patio hasta el punto de darnos cuenta de que alomejor no es lo más correcto utilizar la palabra “patio” para referirnos al espacio central del conjunto, sino más bien deberíamos utilizar la palabra “calle”. Podemos decir que este ejemplo es más cercano a lo que fueron los orígenes históricos del corral andaluz, a aquellos adarves árabes a los que daban las diferentes viviendas.


Los habitantes de los corrales de vecinos han simbolizado durante mucho tiempo al pueblo llano de las ciudades, allí vivían albañiles, herreros, carpinteros, tejedores, blanqueadores, carreros, lavanderas, planchadoras, costureras, criadas, zapateros, muchos de los cuales tenían sus negocios en el propio corral y vivían de la clientela del mismo. Quizás por esto, por representar cualitativa y cuantitativamente al pueblo sevillano, L. Montoto al escribir sobre las «Costumbres populares de Sevilla» a finales del siglo XIX, lo hace en torno a la vida, las relaciones sociales, los oficios, las fiestas, las creencias y los hábitos de los habitantes de corrales de vecinos.

La vida en el corral giraba en torno al patio, centro geográfico y neurálgico del grupo humano que allí se albergaba. Allí se encontraba satisfacción a las necesidades de albergue al tiempo que una respuesta a las necesidades sociales y de relación. El corral festejaba el bautismo de un hijo, asistía a una pelea entre madres por causa de sus hijos, se divertía conjuntamente en fiestas locales, y finalmente asistía a entierro de algún vecino.


El corral de vecinos parece ser una forma de vivienda multifamiliar característica de Andalucía, aunque existen formas similares en otras partes del mundo. En la región andaluza se localizan corrales en Sevilla, Córdoba, Granada, Huelva, Cádiz, Arcos de la Frontera, San Fernando, Algeciras y Conil principalmente. De todos los muchos mencionados, Sevilla ocupa el primer puesto en cuanto al número, diversidad y persistencia. En 1862 Gómez Zarzuela cita cerca de doscientos, y Morales Padrón en 1974 todavía alcanzaron a estudiar ochenta y uno, aunque muchos estaban ya en franco proceso de deterioro y consecuente demolición. En Sevilla, es Triana el barrio con mayor densidad concentrados en la calle Pagés del Corro, aunque el más famoso y uno de los más grandes es el Corral del Conde en la calle Santiago que contaba con ciento trece viviendas.


Los corrales de vecinos, nacidos como respuesta económica y cultural a una epidémica falta de viviendas en las ciudades y pueblos andaluces, están en trance de extinción, debido al aumento del valor del suelo urbano, como consecuencia de su desaforada especulación, y al deseo de mejorar las condiciones de habitabilidad de las viviendas. Esto no quiere decir que el modelo cultural se haya agotado, sin embargo, los intereses económicos y el uniformismo constructivo parecen haber decretado su muerte.